Porque nada queda oculto
Miercoles 18 de Diciembre de 2024
16 diciembre 2024 - 07:04
La Multipartidaria, integrada por partidos opositores, marcó un camino hacia la democracia en medio de la crisis. La derrota en Malvinas aceleró la transición y culminó en elecciones libres en 1983, cerrando un capítulo oscuro de la historia nacional.
Hacia 1981, durante la presidencia de facto del general Viola, se habían puesto de manifiesto los efectos de política económica que llevó a la reactivación de la actividad de los partidos políticos y los sindicatos y a una pésima imagen en el exterior. Esto llevó a que la dictadura argentina realizara un intento de revertir la situación económica y también de generar una salida política exitosa y controlada que provocara el acompañamiento de los partidos y gremios a un cronograma paulatino de normalización institucional. El plan establecía que se iría dando participación progresiva a los civiles en el gobierno, tal como lo venía haciendo la dictadura brasileña con cierto éxito. Se planeaba que, en dos turnos presidenciales, se produjera la paulatina institucionalización: primero en las intendencias, luego en las provincias y por último en el gobierno nacional.
Pero esas promesas no se concretaron debido a divergencias en el seno de la Junta militar. Al percibir las debilidades del régimen, los partidos políticos comenzaron a reclamar una vuelta a la democracia. Así, el Radicalismo (UCR), el Justicialismo (PJ), el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), el Partido Intransigente (PI) y la Democracia Cristiana (DC) lanzaron una convocatoria al país: la «Asamblea Multipartidaria» que se concretó el 21 de julio de 1981, fundada en un programa de oposición al régimen militar.
Tras la renuncia del general Viola, asumió la presidencia Leopoldo Fortunato Galtieri, en medio de una profunda crisis económica y social, enfrentando las primeras movilizaciones populares encabezadas por la Confederación General del Trabajo. La economía fue puesta a cargo de los llamados “Chicago boys”, que propiciaban el ultra liberalismo y apertura a los mercados mundiales. En cuanto a la salida política se barajaban tres posibilidades:
1. Consolidación del poder presidencial, expresada a través de la designación de gobernadores y otros funcionarios adeptos a Galtieri. Se abandonaba el modo tradicional de selección de candidatos, que tenía en cuenta a las tres fuerzas armadas.
2. Mantener la promesa de apertura democrática controlada.
3. Formación de un partido oficial, integrado por dirigentes partidarios más cercanos. A través del cual pretendían asegurar la continuidad del régimen, mitigando los efectos -posiblemente perniciosos- de una apertura democrática lisa y llana. De acuerdo al proyecto, las elites que participaran en él se entrenarían de a poco en la gestión pública asegurando un traspaso sin sobresaltos para los responsables del gobierno durante la dictadura. El partido del Proceso se lanzó públicamente en febrero de 1982.
Galtieri trató de generar un acercamiento a los EE.UU., recibió una delegación de legisladores norteamericanos para comentarles los planes de transición y para acordar una ampliación de la intervención argentina en América Central contra el gobierno sandinista, de Nicaragua y los “subversivos”, de El Salvador.
Entre tanto, los integrantes de la Multipartidaria se mostraron cautelosos en cuanto a sus reclamos y criticas, sin perjuicio de dejar sentados sus propósitos de: el retorno al estado de derecho, la normalización de las actividades políticas y sindicales y la formación de un cronograma político, un plan de emergencia económica, la recuperación del poder adquisitivo de los salarios y el mejoramiento de la educación, la fijación de plazos precisos para la normalización institucional. Mantuvieron conversaciones con la Iglesia y los partidos Comunista (PC), Socialista Popular (PSP-Estévez Boedo), Frente de Izquierda Nacional (FIP-Corriente Nacional), Socialista Unificado (PSU), Confederación Socialista Argentina (CSA), Frente de Izquierda Popular (FIP), Línea Popular, Socialista Popular (PSP-García Costa). Todos estos partidos apoyaron los objetivos de la Multipartidaria y colaboraron en la elaboración de su primer documento, dado a conocer promediando 1981. El mismo establecía que la convocatoria: “[…] si bien tiene origen en los partidos políticos, es una gestión que se despliega en toda la comunidad argentina por encima de las diferencias partidarias, religiosas, económicas, sociales y culturales. […] Por eso, no obstante su universalidad, la Convocatoria no es incondicional, no es neutral, no es indefinida. Es un pronunciamiento de la democracia, para la democracia. La solidaridad que se reclama, se quiere para asegurar un futuro consecuente con los ideales de la Nación Argentina. Los ideales que exaltan la personalidad nacional, que afirman la libertad, la justicia y todos los derechos humanos; que aseguren una estabilidad política donde rijan tales principios sin solución de continuidad. En un ámbito de desesperación, de angustias, necesidades, miedos e inseguridades, agravado por la crisis económico-social más profunda de la historia del país, la Convocatoria ofrece como primer elemento de solución, la solidaridad de los argentinos. […]”
Primer documento de la Multipartidaria, Buenos Aires, 14 de julio de 1981.
Sin perjuicio de su actitud crítica hacia el gobierno, la Multipartidaria brindó apoyo al gobierno durante la guerra de Malvinas.
Tras la derrota en Malvinas y la renuncia del General Galtieri, asumió la presidencia de facto el general Bignone. Antes de asumir, Bignone pidió el apoyo de todos los partidos políticos -fundamentalmente al PJ, UCR y el sindicalismo-. Muchos políticos preveían su incorporación al nuevo gabinete. En la reunión que mantuvo con integrantes de la Multipartidaria, el 24 de junio de 1982, Bignone dijo que no sabía si iba a asumir ni cuántos días iba a durar si no se le daba apoyo, ya que el frente militar estaba quebrado.
Esta capitulación del ejército, este pedido de auxilio a los partidos políticos, no es un favor de la alta oficialidad, sino que fue provocada por la crisis total de su poder. Los partidos políticos acordaron darle respaldo y a partir de ese momento asumieron un importante rol en la vida política del país.
El programa del nuevo gobierno consistía en la liquidación total desde el punto de vista institucional del régimen militar, ampliar libertades políticas, elecciones a plazo fijo y la generación de una concertación que permitiera el retiro ordenado y sin sanciones para los militares que habían participado del Proceso. Bignone se transformó en la expresión del fracaso del Proceso y se encargó de gestionar su digno entierro.
El 12 de noviembre de 1982 el gobierno anunció las pautas para la concertación con los partidos políticos, que incluía la vigencia del Estado de sitio, el cronograma electoral, la lucha antisuvbersiva, el plan económico y la deuda externa. La Iglesia, por su parte, comenzó a hablar no de concertación sino de “reconciliación”. Los dirigentes de la Multipartidaria, presionados por las bases, no aceptaron los puntos de la concertación y recurrieron a la movilización.
El 16 de diciembre de 1982 se llevó a cabo la «Marcha por la Democracia», que acompañaría la entrega de un petitorio al gobierno de facto. En el petitorio se reclamaba la rectificación de la política socio-económica y la realización de elecciones nacionales en julio de 1983. Más de 100.000 personas participaron de la marcha, a la que adhirieron casi todos los partidos políticos. Los participantes estuvieron permanentemente custodiados por las fuerzas de seguridad, que terminaron irrumpiendo entre los manifestantes para dispersarlos. El saldo fue de un muerto. El gobierno reivindicó lo actuado y fijó fecha de elecciones para octubre de 1983.