Opinión »

Maximiliano Altamiranda y Martín Díaz.

12 enero 2024 - 16:09

Los gangsters de la Comisaría Segunda. Corrupción policial, capítulo V.

El último capítulo de esta semana de la saga de corrupción policial que viene informando Prensa Libre SN, detallará un caso puntual de cómo policías delincuentes le pueden arruinar la vida a una familia entera. Parece de película, pero no lo es.

“No me apunten, soy un nene”

El viernes 22 de septiembre de 2023, efectivos de la Comisaría Segunda, arma en mano y con rostros tapados, fueron a realizar un allanamiento a una vivienda de calle Juncal al 1000. Buscaban a un NN Grosso, una moto CG de color negro, ropa deportiva negra y zapatillas deportivas. Dicho procedimiento se llevó a cabo en un predio en el que hay tres viviendas, en una de las casas se celebraba un cumpleaños y la mayoría de los presentes eran niños y niñas.

Ese día, los efectivos Maximiliano Altamiranda y Martín Díaz pertenecientes a la Comisaría Segunda, a cargo de la Comisario Natalia Rojas, estuvieron  al frente de la diligencia en la que un ciclista profesional, padre de un niño, esposo y hasta ese entonces, empleado de un supermercado, sufrió el cambio perpetuo de toda su vida y la de su familia.

Emmanuel Grosso estaba en la casa de su hermano celebrando un cumpleaños junto a su esposa e hijo cuando irrumpió la policía. Su pequeño era uno de los casi 15 niños que jugaban en el patio de la casa, a él lo apuntaron con un arma larga y el chiquito atinó a decir: “No me apunten, soy un nene”.

Alrededor de 18 efectivos, en su mayoría con las caras tapadas y armas largas y cortas en mano, irrumpieron en el domicilio equivocado, afuera, donde se quedó todo el personal femenino, había estacionado un auto de color blanco. Ni bien ingresaron, Maximiliano Altamiranda, Martín Díaz y la oficial Medina se pusieron a  descurtir con tres sujetos que había en la casa de al lado y que se acercaron a mirar qué estaba pasando. Los civiles, entre ellos Juan Cruz Grosso y Braian “Coscu” Servin (marido de una expolicía exonerada acusada de prestarle la pistola a su cónyuge para que cometiera robos calificados), les reprochaban a los policías mencionados que se habían quedado con los vueltos, es decir, coimas; que tenían una piba vendiendo droga en Bº Santa Rosa, por calle Morbidoni, a la cual Martín Díaz le hace una cobranza cada noche; de ir a la gomería 2000 a cobrar coimas, entre otras cosas de las que tendría conocimiento la comisario Natalia Rojas. Lejos de negarlo, los efectivos asentían con la cabeza mientras sus pares retrocedían ante la sospecha de que había una disputa por negocios turbios entre los agentes mencionados y estos masculinos.

En medio de esta situación, Altamiranda recibió un golpe en la cabeza. Ajeno al hecho, resultó tres veces baleado en la cadera Emmanuel Grosso, que había ido al lugar a  celebrar un cumpleaños llevando una torta, luego de salir del trabajo.

La escena era un caos, detonaciones con postas de goma y de armas cortas, Altamiranda fue desnudado allí por sus compañeros, que presumían había sido alcanzado por una bala; luego lo cargaron en un móvil y lo llevaron al sanatorio.

Emmanuel, la víctima de este procedimiento, fue triplemente baleado en la cadera por un policía, mientras abrazaba a su hijo para protegerlo. La familia del joven deportista llamó a la ambulancia y el móvil de emergencias de Bº Del Carmen fue retenido por la policía en otro punto de la ciudad; los agentes buscaban impedir que el padre de familia fuera asistido, cosa que lograron, ya que fue trasladado al hospital en estado de inconsciencia por su familia, en un vehículo particular.

Luego de que ya no quedaran efectivos en la vivienda en la que ocurrió todo, el propio Jefe Departamental, comisario Inspector Morales, se apersonó en la escena junto a otros efectivos. Mientras Morales entretenía en una charla al dueño de casa, los uniformados que lo acompañaron buscaban disimuladamente los casquillos de 9 mm, aunque no tuvieron suerte ya que la familia del joven herido los había juntado para entregarlos a la justicia. Alertados sobre la finalidad real de aquella visita, Morales y su gente fueron echados del lugar.

Estando en la guardia del nosocomio, Emmanuel fue totalmente tratado como el peor de los delincuentes por la Oficial Medina, que sugería que no lo atendieran ya que, según ella, había querido matar a su compañero. El joven estuvo unas horas aprehendido en el hospital acusado de “tentativa de homicidio”, de allí lo trasladaron a la Comisaría Segunda, en donde también recibió los malos tratos de Martín Díaz y la buena atención de unos pocos policías que, junto a los demás aprehendidos, lo mantuvieron con vida y levantaron la voz para que fuera llevado nuevamente al hospital.

Después de una semana de internación y 8 días en el calabozo salió libre de culpa y cargo.

Emmanuel Grosso pudo regresar a su casa junto a su mujer y su hijo después de haber asistido a un cumpleaños que fue convertido por la policía en el peor momento de su vida.  Hoy, no solo está desocupado e incapacitado de volver al ciclismo, sino que también a raíz del triple impacto de proyectil calibre 9 mm quedó con una pierna más corta, la uretra y el pene atravesados por las balas y la incógnita ante la posibilidad de querer volver a ser padre. La existencia de toda la familia nunca volvió a ser igual.

Las vidas de Emmanuel y de su familia cambiaron para siempre, desde aquel 22 de septiembre de 2023 son hostigados por algunos policías. Patrulleros que pasan constantemente por su casa a muy baja velocidad, con los efectivos mirando hacia el interior de la vivienda; un policía que pasa en moto y los insulta y hasta con el secuestro injustificado de la moto de su mujer. Mientras tanto,  policías delincuentes y civiles delincuentes siguen haciendo de las suyas, con una fiscalía inútil, inoperante y cobarde.

¿Continuará?…

Nota relacionada:

Comentarios:

Más noticias de Opinión:

mily